Renuncio a los mecanismos de defensa que he creado para que nadie me lastime. Cristo me ha aceptado, mi Padre es la roca firme bajo mis pies, y a Él recurro cuando necesito fuerza y defensa. Nunca más tengo que acudir a satisfacer mi deseo sexual para sentirme fuerte:
¡Cuánto te amo, Señor, fuerza mía!
El Señor es mi roca, mi amparo, mi libertador; es mi Dios, el peñasco en que me refugio. Es mi escudo, el poder que me salva, ¡mi más alto escondite!
Invoco al Señor, que es digno de alabanza, y quedo a salvo de mis enemigos.
SALMOS 18:1-3 NVI
1 comentario:
Bendiciones Amigo!!!!! Fuerzas!!
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