Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y *perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la *derecha del trono de Dios.3 Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre. Hebreos 12:1-4
¿No saben que en una carrera todos los corredores compiten, pero sólo uno obtiene el premio? Corran, pues, de tal modo que lo obtengan. Todos los deportistas se entrenan con mucha disciplina. Ellos lo hacen para obtener un premio que se echa a perder; nosotros, en cambio, por uno que dura para siempre. Así que yo no corro como quien no tiene meta; no lucho como quien da golpes al aire. Más bien, golpeo mi cuerpo y lo domino, no sea que, después de haber predicado a otros, yo mismo quede descalificado. 1 Corintios 9:24-27
Hermanos, no pienso que yo mismo lo haya logrado ya. Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús. Filipenses 3:13-14
miércoles, 24 de diciembre de 2008
un buen corredor, un buen peleador
Esta semana aprendí en The Lord's Table como se aplica de muchas maneras el mantener mis ojos en la meta mientras corro, y dejar los estorbos atrás. Mis metas incluyen formar un cuerpo, disponerme para que Dios moldee mi personalidad, un noviazgo sano, la pureza constante. Los estorbos que a veces llevo incluyen la pereza, el temor, y las emociones que me vinculan a los recuerdos del pasado, de relaciones perdidas o de muchas experiencias ausentes. Sin embargo, recuerdo que he aprendido que un cristiano no vive por sus emociones, sino por su fe. Y mi fe está puesta en Cristo. Como explica el apóstol Pablo, puedo ser un buen corredor en esta vida de restauración, y puedo ser un buen peleador. Lucho por la auto-disciplina, para evitar ser descalificado al ser hallado faltante.
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