Hoy cumplo un año de noviazgo, y es una ocasión para estar agradecido y pensar en las lecciones que he aprendido como hombre en estos meses, desde que conocí a quien sería mi novia.
Una lección recurrente, ha sido reconocer que he heredado la capacidad y la posición de ser primero en mi relación. Adán fue creado de primero, antes que Eva, y nosotros heredamos su prioridad de género.
Pero esta prioridad no nos fue dada para recibir el primer plato de comida en la mesa, ni para ser los primeros en escoger lo que se va a ver en la TV. No es una excusa para hacer nuestra voluntad de primero, ignorando los deseos de quienes nos rodean. Y este post no es ocasión para alimentar el ego masculino de mis amigos lectores.
Hoy le cuento a mi novia que me voy de viaje con ella para visitar a su familia, a finales de este año; fue una decisión que casi se volvió conflicto, debido a que uno de los dos tendría que ceder con quien pasar las fiestas. Ella y yo fuimos por un café la semana pasada para discutir esto, y no llegamos a ninguna conclusión sobre quien cedería. Entonces sentí la punzada de esta lección, hablando a mi corazón: "Vos sos primero, el primero que necesita saber como ceder."
Ese es el verdadero sentido de nuestra prioridad como hombres antes que las mujeres. Somos primeros en tomar riesgos para evitar que ellas reciban el daño frontal de una decisión, somos los primeros en ceder, en perdonar, en levantarnos para servir. Y sobre todo, somos los primeros en construir una relación con Dios.
Ese ha sido mi reto en estos meses, y debo decir que es parte de lo que nos ha mantenido unidos, pero en este corto espacio no hago justicia a toda la tensión que ha significado el aprendizaje. Ser el primero ha significado reconocer que necesito direcciones para llegar a un lugar, primero en cancelar compromisos para estar con ella, primero en posponer una muy ansiada siesta para construir un tiempo juntos, primero en conducir hacia la iglesia, aunque todo mi cuerpo proteste para ir al cine. Entre otras cosas.
Cada hombre construye el tipo de relación que quiere, como Cristo construyó su relación con la Iglesia. Él fue primero en sacrificarse para presentarse a sí mismo la novia que Él esperaba. Siguiendo su ejemplo, cada uno de nosotros necesita ser el primero en demostrar como su prioridad como hombre, es para servir a las mujeres.
Y como es usual, este post no es un final feliz de un proceso, sino la apertura de otro que seguramente traerá sus propias durezas y nuevas lecciones de hombría en la preparación para el viaje, y el viaje mismo.
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