Ayer encontré nuevamente (esta vez con más atención) el sitio de Libres en Cristo. ¡Claro que quiero integrarme en ese servicio!
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Al leer los testimonios me sentí menos solo. Mucho menos solo, y precisamente saber que voy acompañado de otros hombres en esta lucha (que eso es lo que resulta siendo muchas veces), puso en mí la tranquilidad de que hay un ambiente donde me puedo sentir a salvo y con esperanza.
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Mientras leía los testimonios, hablaba por messenger con la amiga que me lo recomendó; y parte de nuestros comentarios incluían los nombres de nuestros amigos y familiares con necesidad de encontrar su restauración en Dios.
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Hago memoria ahora y entiendo que muchos hombres que conozco han sido abusados en su niñez, aún cuando les cuesta reconocerlo ("No, eso pasó sólo una vez", "Pero yo consentí en hacerlo", "Todo sirve como experiencia para cuando estés casado"). Ciertamente veo con claridad que sus problemas se iniciaron con una experiencia sexual fuera de orden.
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Y me abstengo de hacer un análisis psicológico con mis comentarios anteriores, simplemente uno encuentra un patrón tanto en los testimonios a los que hice referencia, como en los de quienes conozco; un patrón del actuar del enemigo en nuestras vidas. Lo que sí puedo afirmar con certeza, es que el enemigo puede ser implacablemente destructivo, pero poco creativo. Y aún más, que mi Dios es más grande que la obra del mal, y que su trabajo no se detiene para rescatar a sus hijos.
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Sé que algún día mis amigos leerán ésto, y oro al Señor que puedan identificar su necesidad y caminar junto conmigo en el proceso.
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