jueves, 8 de noviembre de 2007

Si es evitable, parte 1

Sé que los hombres hemos creído muchas mentiras de nuestro enemigo. Una de ellas es que (especialmente los solteros) no podemos resistir la tentación de la autogratificación. Sin embargo, como hombres tenemos armas para vencer esta tentación y vivir en libertad constante. A continuación algunas de las cosas (además de seguir orando con constancia por eso) que me han ayudado a permanecer libre.

  1. Planifico mis victorias. Sé qué amigas me gustan, donde hay mujeres atractivas (universidad, piscinas, etc.), y hago un plan antes de llegar; me siento de espaldas, le pido a un amigo que me indique cuando estoy desviando mis ojos, me siento lejos de las mujeres que puedan provocarme.
  2. Evito el contacto. No saludo ni siquiera dando la mano si sé que el roce me provoca, menos de abrazo o beso. Vale la pena.
  3. Hago ejercicio (antes de dormir por ejemplo).
  4. Me baño mientras escucho música cristiana en un equipo de sonido cercano.
  5. Coloco versículos en lugares estratégicos (en mis libros para la universidad, en algunas paredes) que me recuerden de mi victoria. Puedes usar los versículos del correo automático que recibes.
  6. Identifico mis momentos y lugares "difíciles", como los minutos antes de dormir, por ejemplo. En lugar de dejar que mi mente corra libre, leo un libro que me ayude. Ahora estoy leyendo "En el altar de la idolatría sexual", de Steve Galagher. "La batalla de cada hombre joven", también es bueno. Así me puedo ir a dormir con algo bueno en que pensar. O tengo un pequeño devocional antes de dormir.
  7. Evito estar solo.
  8. Dedico cada día mi cuerpo como sacrificio a Cristo. Recuerdo que tengo una identidad limpia y me propongo vivir ESTE dia en santidad para Cristo.
  9. Escribo un mail o llamo por teléfono a un compañero de responsabilidad cuando soy tentado. Eso me ayuda bastante.

Muchas veces el hábito es precisamente eso, algo a lo que ya tenemos costumbre; otras veces son las fantasías y recuerdos de miradas que rondan nuestra mente.

¡Orando por que el Espíritu Santo haga fuerte tu voluntad!

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