El Señor estaba con los hombres de Judá. Éstos tomaron posesión de la región montañosa, pero no pudieron expulsar a los que vivían en las llanuras, porque esa gente contaba con carros de hierro. En cambio, los de la tribu de Benjamín no lograron expulsar a los jebuseos, que vivían en Jerusalén. Por eso hasta el día de hoy los jebuseos viven con los benjaminitas en Jerusalén.
Pero los de la tribu de Manasés no pudieron expulsar a los de Betseán y de Tanac con sus respectivas aldeas, ni tampoco a los habitantes de Dor, Ibleam y Meguido con sus respectivas aldeas, porque los cananeos estaban decididos a permanecer en esa tierra.
Sólo cuando Israel se hizo fuerte pudo someter a los cananeos a trabajos forzados, aunque nunca pudo expulsarlos del todo.
Los israelitas vivían entre cananeos, hititas, amorreos, ferezeos, heveos y jebuseos. Se casaron con las hijas de esos pueblos, y a sus propias hijas las casaron con ellos y adoraron a sus dioses.
De Jueces 1:19-36, 3:5-6 NVI
- Como Israel, me he desgastado de las luchas contra el pecado, y aunque las metas están cerca, me está faltando disciplina y energía para alcanzarlas. Debo reponer mis fuerzas antes de seguir.
- Tengo miedo de que mi enemigo (la carne, el diablo y el mundo) sean demasiado fuertes, y que esos ‘carros de hierro’ representen astucia, tecnología (como la Internet) o fuerzas que yo no tengo.
- Estoy perdiendo unidad de propósito con mis compañeros de responsabilidad, e intento hacer las cosas aislado, tal como las tribus de Israel fueron separándose poco a poco.
- La decadencia espiritual se está cocinando en mi interior. Hay ‘tribus’, cosas con las que he negociado, como entretenimiento o actitudes, que debí matar, y no dejarlos vivos para mantenerlos ‘bajo control’.
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