He aprendido en días recientes que mi mente debe permanecer en un estado tranquilo. He tenido victorias en mantener mis pensamientos ordenados, y en honestidad, otras derrotas. Pero me sorprendo de las ocasiones cada vez más frecuentes en que he vencido a las mentiras del diablo, y encuentro mi mente sin ansiedad, libre, calmada. Hay ocasiones en que aún pierdo el control, pero el Espíritu Santo ha sido fiel en prepararme, en revelar el ataque preciso que he sufrido, y en ayudarme a planificar como caminar, trabajar y hablar con la armadura de Cristo, defendiéndome de cada ataque.
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No hay día que pase que no sienta un grano más de libertad en la muralla mental que se levanta contra el enemigo; así es como percibo mi mente. Siento menos miedo de que alguien "descubra" mi vida oculta, y más ánimo para compartir mi testimonio y enfrentar a quienes quieran atacar lo que Dios está haciendo conmigo. Siento que Dios me lleva cada vez más a identificarme con un concepto divino y sano de hombre.
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Renuncio al razonamiento excesivo al que someto a veces a mi mente, y confío en el discernimiento en el que el Espíritu Santo quiere mantener en mi mente. ¡Confío en Dios!
Pero el hombre natural no acepta las cosas del Espíritu de Dios, porque para él son necedad; y no las puede entender, porque se disciernen espiritualmente..1 Corintios 2:14
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