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Hoy, como en días anteriores, descubro que el enemigo rehusa ceder el terreno que le perteneció durante años. Mi mente sufre el ataque de sus mentiras, y me ha afectado. A veces siento que pierdo el control de mi mente (como era mi estado habitual antes de que Cristo me encontrara), siento que mis pensamientos se desconectan y quedo en blanco. La gripe reciente me ha dejado cansado, y ha sido ocasión para que el diablo quiera aprovecharse.
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Hoy salí de la reunión en la que me encontraba, por un ataque de pánico. Pero el Espíritu Santo pelea conmigo, y me revela que no estoy sucio más, que es porque las puertas al enemigo se le están cerrando en las narices, que él desea reclamar su territorio.
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Pero Dios está conmigo, y es más fuerte que cualquier hueste de maldad. Renuncio y reprendo a la falta de control en mi mente que era antes mi estado habitual. Rehuso a que me robe la paz, y la amistad de la gente con la que estoy hablando. ¡Soy digno, soy amado! ¡Tengo el derecho de recibir la bendición de la gente a la que bendigo en mi trabajo! Desprecio las mentiras que hoy el diablo me quiso hacer escuchar, y dejo escrito este testimonio para quien experimente una lucha similar.
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Si el diablo rehusa a ceder terreno, ¡pelea con todas tus fuerzas! ¡Dios va al frente de esta batalla y te da la victoria!
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