Anoche entendí que mi cuerpo sigue sanando. No desperté para sentirme orprimido, ni para buscar calma en mí mismo. Simplemente me siento limpio y joven, lleno de fuerza nueva (no la "fuerza" que el enemigo promete, a cambio de debilitar mi mente cada vez más).
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Sé que lograré grandes cosas como hombre, y que estoy obteniendo nuevos hábitos de disciplina. Pido a Dios que sea en mi cuerpo tmabién donde se manifieste el Espíritu Santo al máximo, como espíritu de poder, de amor y de dominio propio.
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