Hay días que lamento los años que se fueron; dudo que todo haya tenido un propósito. Hay días como los recientes, en los que encuentro el desánimo sabiendo que mi historia no es tan agradable como la de otros hombres. Lo que tengo para servir a Dios es un montón de experiencias que algunos no querrían vivir, y una disposición para que se conviertan en el arma que destruye las fortalezas del enemigo en mi vida y en la de otros.
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Es en esos días difíciles en que Dios me envía un recordatorio oportuno (como esta canción) de que hoy, a esta edad que tengo, en el día en el que vivo, en los retos en los que me encuentro, vivo lo que Dios preparó para mí.
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Hoy me siento libre y siendo libertado. Hoy me emociona ir dejando tiradas las cargas de otra vida. Y dejo de recordar el sufrimiento, para empezar a pensar cada vez más en las vidas en las que Dios, en su gran misericordia, puede permitirme influir si echo a un lado la timidez y el temor de participar activamente en su obra de rescate. Hoy tengo fe en que Dios usa mi vida para guiar a otros, y que en su guión eterno mi papel es importante.
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