Justo ayer fue uno de esos días en el que el camino se hace cuesta arriba en la restauración. La lectura en un libro de Max Lucado incluía una serie de versículos acerca de cómo en los días de catástrofe abundan las promesas de Dios. Sé que él aún está en control, que hoy me proveerá los recursos que hoy necesito, y que mañana tendrá su propio afán, que la vergüenza queda atrás, y que yo ahora puedo concentrarme como lo hizo Pablo, en medio de las circunstancias desagradables, a seguir gozoso.
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