Mientras aprendía mis primeras lecciones acerca de la libertad de una adicción, alguien me mostró como el pecado es igual a un hongo que crece en la oscuridad, y cuando es expuesto al sol, muere al secarse.
Durante el último fin de semana este hongo empezó a formarse de nuevo, bajo la cortina de oscuridad que yo mismo creaba al pensar "ya puedo manejarlo, no me hará daño." Jugar con regresar a algunos hábitos hizo su impacto en la seguridad y templanza de mi carácter, y durante los últimos días experimenté mucha ansiedad, culpa y vergüenza.
Sin embargo, fue una experiencia útil. Hoy me dispuse a enfrentar un temor que reconocí este fin de semana. Lamentablemente, me había negado a aceptar que he permitido que ciertas cosas crezcan en mí. Hoy en la madrugada me dispuse a escribir un correo en detalle a varios amigos (cuyas respuestas espero publicar en la siguiente entrada), para sacar a luz el pecado, y en verdad siento que vuelve a secarse. Con respecto al temor al que me refiero, supongo que escribiré bastante por acá acerca de lo que Dios está haciendo.
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