jueves, 27 de diciembre de 2007

Quiero parecerme a tí

Vengo contigo, pensando como no te he visto como Padre en los últimos años. He aprendido a orar con culpa, por coacción, con fingida devoción a veces, esperando que la oración acabe rápido para seguir lo que estaba haciendo, pero siempre, siempre suena extraño para mí la frase “ver a Dios como tu Padre”.

Sé que sabes que estoy aprendiendo a hablar contigo como papá. Me voy a acostumbrar a usar la palabra poco a poco, así que no notes si me equivoco en el trato, ¿sí? Sé que hay muchas cosas que pedir pero quiero concentrarme en entender como eres papá para mí.

Quiero parecerme a ti, quiero encontrar ese parecido que guardamos papá e hijo. Quiero ver con tus ojos, con misericordia y justicia a los que están necesitados; me gusta pensar que tengo tus manos, que sé actuar, alimentar, trabajar y ser útil con ellas, y que puedo lograr grandes cosas. Quiero tener tu carácter también, y que eso sea evidente para los que me ven, de tal manera que noten como nos parecemos; quiero ser compasivo y fuerte, tranquilo y alegre, contento, creativo y emprendedor.

Quiero regresar aquí cuando estoy cansado, y no lamentarme o llorar buscando tu favor, pues sé que ya lo tengo de antemano. Me das tu atención completa, llenas los vacíos cuando vengo por acá. Sabes que esta semana encontré que estabas allí conmigo, y hubo varias ocasiones en las que me sentí muy hijo, y otras en las que necesitaba con desesperación sentirlo. Pero en todas estuviste tú. Gracias por eso.

Bien, me voy a acostumbrar a esto. Me quiero retirar de este momento (que estuvo increíble) con la convicción callada que vamos a seguir viéndonos en el día.

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