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Te doy mi cuerpo como un sacrificio vivo, sabes que deseo honrarte con él; te doy mi corazón, mis emociones, mis capacidades mentales y la fuerza que he empezado a disfrutar, te doy mi espíritu también. Confieso aquí y ahora que esta historia se trata de ti y no de mi. Por favor escudríñame, conóceme y revela cualquier aspecto de mi vida que no te agrade, expongo cualquier acuerdo que haya hecho con el enemigo, con otros o conmigo mismo, y recuérdame cada día la gracia de un arrepentimiento profundo y verdadero.
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Tu eres mi verdadero Padre,, mi creador, mi redentor y mi sustentador, el principio y el fin de todas las cosas, y disfruto cada día sentirme hijo. Mi vieja naturaleza es removida y mi corazón circuncidado para Dios y todo reclamo hecho en contra mía es desarmado. Tomo mi lugar en tu crucifixión y muerte através de la cual he muerto contigo al pecado y a mi carne, al mundo y al maligno. Estoy crucificado con Cristo y he crucificado mi carne con todas sus pasiones y deseos, con su orgullo, incredulidad e idolatría. Renuncio al viejo hombre. Y me visto del nuevo hombre en humildad y santidad.
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Espíritu Santo aplica a mi familia y a mi, la toda la resurrección de Jesucristo. Cristo me ha dado todo el poder para derrotar al enemigo del mal y yo reclamo la autoridad por encima y en contra de todo enemigo y los echo fuera en el nombre de Cristo Jesús. Mi familia es de Cristo y su obra redentora los ha comprado, creo esta verdad y vivo consecuentemente. Espíritu Santo, gracias por sellar mi vida con Cristo. Te de doy toda autoridad sobre mi vida y la de mi familia.
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Me pongo Tu armadura – el cinto de la Verdad, la coraza de Justicia, los zapatos del evangelio de paz y el yelmo de la salvación. Levanto mi escudo de la Fe y la espada del Espíritu, la Palabra de Dios, y le dirijo estas armas al enemigo en el poder de Dios. Confieso que tomo una posición ofensiva y no solo defensiva para obtener victorias en mi vida.
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Elijo orar en todo tiempo en el Espíritu, elijo conscientemente ser fuerte en tu Fortaleza. Padre, gracias por tus ángeles. Los llamo en la autoridad de Cristo Jesús y los envío a la guerra por mi y mi hogar. Que ellos me guarden en toda hora el día de hoy. Gracias por todos aquellos que oran por mi, por mis mentores, amigos y compañeros de responsabilidad, confesando que necesito sus oraciones y pido que tu les envíes de tu Espíritu y llénalos, únelos y levántalos en unidad e intercesión por mi.
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Yo llamo este día el Reino del Señor Jesucristo en todo mi hogar, mi familia, mi vida y todo mi entorno. Yo, hoy, oro TODAS estas cosas en el nombre de Jesucristo,
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Amén
(Oración de un Salvaje de Corazón, ver texto original completo aquí).
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