domingo, 26 de diciembre de 2010

¿Quién diría? Parte 2

Hace unas semanas salí en un viaje corto al país vecino, con un amigo.

Esa semana se caracterizó por que ninguno de mis planes se hizo realidad. Tal vez ya has leído que una de las cosas que me alteran de la peor manera es que de imprevisto cambien mis planes, eso altera mi necesidad de control y confianza.

Pues esa semana tenía planificado trabajar largamente en edición y redacción, pero resulté en el país vecino, en la playa, en un convivio navideño de una oficina que no era la mía.

Lo acepto, la playa fue un lujo inesperado. Pero compartirla con gente, ehm, que no son del tipo que escogería por compañía, y sin posibilidades de decidir ni por actividades ni comida, es para mí la receta de un berrinche, es como presionar los botones necesarios para tener mi peor versión de rebeldía pasiva (ya saben, ponerse los audífonos del iPod para evadir una conversación, sacar temas de conversación en los que otros se sientan incompetentes, etc.).

La ansiedad se acumuló más cuando vi que el paseo incluía el consabido y popular partido de futbol, en el que mi participación sería humillante, supe que estaba en el peor caso reciente de ser pez en el agua.

Pero por alguna razón sé que ya no puedo ser como antes era. No miento, la guerra interna fue dura, pero me propuse ser lo mejor que podía ser.

Fue un partido de fut en la playa divertido, de hecho me califico como bueno en eso (sospecho que he desarrollado mejor coordinación y soy más rápido), pero la sensación de paz interna y de no necesitar aprobación casi podía escucharse en mi interior durante todo el día.

Al final de la tarde en un descanso en una hamaca, entendí que así fue todo mi año: estar en lugares donde no quería estar, con gente que no escojo, lejos de mi vida bajo control - ni siquiera en control de este proceso de restauración. Cada vez más lejos.

Pero estuve en 2010 en lugares maravillosos e inesperados, en sentido geográfico, y en viajes a lo que desconocía en mi interior. De todas maneras, cuando pierdo el control, resulto en una hamaca bajo el sol frente a la playa.

Y cómo diría el amigo con el que viajé, la imagen de verme disfrutar cuando juego en un partido de fut, es una imagen que pocos de los míos habrán visto, relajado, en equipo, contento.

¿Quién diría?

No hay comentarios: