Acabo de regresar del banco, estoy poniendo orden en mis cuentas y tarjetas, un proceso que pospuse por más de dos años. Entre mis excusas, estaban no tener un documento de identificación, y la comodidad de usar una tarjeta de débito prestada.
Pero ese desorden no significaba tener un presupuesto que reflejara mi vida de adulto. Hace unos años, no me preocupaba por cuanto o en qué gastar, siempre me sobraba dinero a fin de mes.
No fue sino hasta el mes pasado, que tomé una tarde para enfrentar mi miedo a manejar dinero y a ser responsable por una cuenta de ahorros. Compré un libro de Dave Ramsey, investigué sobre el orden que necesito, y di mis primeros pasos para hacer un presupuesto. Fue una aventura que me generó adrenalina como si fuera un deporte extremo.
A veces lamento haber dejado que el miedo me dominara tanto tiempo sin hacer esto, porque ha afectado mi seguridad financiera. Pero este mes me sorprendí de lo mucho que pude ahorrar, aumenté mis ofrendas y pude disciplinarme y reconocer que hay cosas en las que no debo gastar.
Estoy satisfecho con haber puesto esos fundamentos, por el apoyo que mi novia me dio en cuanto a moderar nuestros gastos como pareja, y por saber que va a ser un fin de año financieramente sólido.
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