Escuché las palabras de la gente cuando Jesús lloraba por Lázaro, su amigo. “Ved cuánto le amaba”. Me sentí en realidad como cada leproso viendo su cuerpo ya muerto pero aún con aliento en su ser, pidiéndole al Cristo, “Si quieres, puedes sanarme”. Y Cristo enjugando sus lágrimas como cuando lo hizo con Lázaro, o como lo hizo con este leproso.
“Si, si quiero”. “Ven fuera”. Y dejé al niño en su tumba. Y vi mi carne renacer, y cuándo Jesús me dijo a mí, Ven fuera, entre lágrimas y con gusto he salido a su encuentro desde la muerte en la que estuve.
Y he escuchado su voz. “Yo te ofrezco abrazos inocentes; yo estoy orgulloso de ti; yo celebro tener un hijo; y prometo darte todas las experiencias agradables que nunca tuviste, porque soy un Padre que todo lo puede; eres mi hijo amado, en ti tengo complacencia”.
Empecé queriendo buscar al hombre que no encontraba en mi ser, pero resulté encontrando al niño que nunca fui. Siempre supe que mi padre no celebró mi nacimiento. Y siempre entendí en el fondo de mi ser, sobrenaturalmente, que mi madre hubiera querido que él celebrara.
Cuando terminé de orar y llorar (no sé cuánto tiempo fue, quizás dos horas), sentí su voz, instruyéndome a comprar un álbum de bebé, un arreglo de globos y unas participaciones de nacimiento, las que nunca tuve.
Descanso ahora en ser su niño, no quiero más por ahora. He emprendido mi proyecto con tanta alegría y paz. Y sé que ésta es idea de Dios, porque yo he dudado y le he preguntado, “¿Señor, no es esto demasiado para un hombre adulto?” y he sentido su voz una vez más, “¿No, no es demasiado. Porque yo celebro tener a un hijo varón?”. T.D. Jakes me ha instruido a través de su libro: Celebre su masculinidad. Y ahora sé que Dios quiere que yo celebre con todas mis fuerzas y a todo pulmón cada etapa de mi masculinidad.
“Si, si quiero”. “Ven fuera”. Y dejé al niño en su tumba. Y vi mi carne renacer, y cuándo Jesús me dijo a mí, Ven fuera, entre lágrimas y con gusto he salido a su encuentro desde la muerte en la que estuve.
Y he escuchado su voz. “Yo te ofrezco abrazos inocentes; yo estoy orgulloso de ti; yo celebro tener un hijo; y prometo darte todas las experiencias agradables que nunca tuviste, porque soy un Padre que todo lo puede; eres mi hijo amado, en ti tengo complacencia”.
Empecé queriendo buscar al hombre que no encontraba en mi ser, pero resulté encontrando al niño que nunca fui. Siempre supe que mi padre no celebró mi nacimiento. Y siempre entendí en el fondo de mi ser, sobrenaturalmente, que mi madre hubiera querido que él celebrara.
Cuando terminé de orar y llorar (no sé cuánto tiempo fue, quizás dos horas), sentí su voz, instruyéndome a comprar un álbum de bebé, un arreglo de globos y unas participaciones de nacimiento, las que nunca tuve.
Descanso ahora en ser su niño, no quiero más por ahora. He emprendido mi proyecto con tanta alegría y paz. Y sé que ésta es idea de Dios, porque yo he dudado y le he preguntado, “¿Señor, no es esto demasiado para un hombre adulto?” y he sentido su voz una vez más, “¿No, no es demasiado. Porque yo celebro tener a un hijo varón?”. T.D. Jakes me ha instruido a través de su libro: Celebre su masculinidad. Y ahora sé que Dios quiere que yo celebre con todas mis fuerzas y a todo pulmón cada etapa de mi masculinidad.
2 comentarios:
¡Qué interesante lo que señalas; muy interesante!
Mmmmm... la verdad es que no me había preguntado, hasta ahora, si mi padre se alegró de mi nacimiento... qué le dijo a mi mamá acerca de mí...
Muy enriquecedor, amigo, lo que has experimentado con el Señor Jesús.
Sigue adelante; ánimo para ti.
fijate que yo lei este libro y esas palabra me quedaron muy dentro. "celebre su masculinidad" y si las mujeres lo hacen decia TD jakes nosotros podemos disfrutar de una hombria y masculinidad nueva.
te soy sincero pero veo que tenemos experiencias compartidas.
duele ser sanado de heridas. recuerdo que como Dios me llevo por los mismos materiales. el primero del tema en el area emocional fue el de "Belleza en lugar de cenizas"
Publicar un comentario