Ayer en la iglesia empecé a sollozar por las palabras que escuché en la conclusión del mensaje que predicó el pastor: Aún hay sueños que tienes, aún hay sequías a las cuales sobreponerse. Mi interior se conmueve mucho por la restauración después de las cosas que me sucedieron, y de las cosas en las que me involucré voluntariamente.
Pero sentí aún más este mensaje en mi corazón, como mi Padre Celestial hablándome: Llora todo lo que quieras y puedas, y despídete de esas lágrimas, porque así como no ves más el agua de un río que corre, no volverás a verlas más. ¡Empieza a construir, porque se acaban los tiempos de llanto!
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