miércoles, 10 de octubre de 2007

Regrésenlo a la tumba

Aprendo que como Lázaro, estuve muerto y regreso a la vida. Aprendo también, que no todos quieren que regrese.
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María, la hermana de Lázaro, protestó: “Señor, ya hiede…” He descubierto que de la misma manera, las personas a las que he herido en el pasado, como consecuencia de la corrupción que vivía, tienen dificultades en creer en mí. Mentí demasiado, oculté mi pecado mientras fingía santidad e intenté llevar a otros a la corrupción.
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Aprendo a estar listo de antemano para estos casos, y pedir fuerzas a Dios para enfrentar el ataque y repudio que pueda experimentar debido a mi testimonio, de la gente que yo mismo lastimé en el camino. Aprendo que una de las maneras de ayudar a quienes pudieran desear verme dentro de la tumba es mostrar que Cristo en verdad ha cambiado mi vida. Probablemente cuando vean la recuperación podrán decir “¡En verdad funciona! ¡Cristo en verdad sana y salva!” e iniciar un camino propio de sanidad y recuperación.
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(Redactado hace varias semanas, y publicado hasta el día de hoy).

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