miércoles, 20 de febrero de 2008

La expiación y yo (deudas pagadas)

Hice mal en mi pasado. Bastante mal. Decepcioné, manipulé relaciones, cambié para siempre la vida de otros; aislé a la gente, rompí lo que debía cuidar con esfuerzo. Destruí la confianza y animé a otros a destruir. No necesito seguir la lista, pues los recuerdos no me pueden atormentar más.
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La única razón por la que escribo esto es para hacer una marca entre la vida en culpa y remordimiento, y la vida nueva en justificación. Ya no soy esclavo de los recuerdos de lo que hice, pues ahora todo esto fue remitido a la cruz donde Él llevo mi carga. Decido ahora vivir cada día consciente de que el acta de mis pecados fue anulada. Cada día viviré con agresividad contra los ataques del enemigo contra mi mente y mi cuerpo, y recordaré que no soy más quien antes fui.

Él anuló el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, y la quitó de en medio clavándola en la cruz. Y despojó a los principados y a las autoridades y los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz. Colosenses 2:14-15 RV95

y anular la deuda que teníamos pendiente por los requisitos de la ley. Él anuló esa deuda (el pagaré) que nos era adversa, clavándola en la cruz. Desarmó a los poderes y a las potestades, y por medio de Cristo los humilló en público al exhibirlos en su desfile triunfal. Colosenses 2:14-15 NVI

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