martes, 4 de noviembre de 2008

Cameo @EnHabito

Hace un par de años un amigo me enseñó un cartel que tenía en su cuarto de estudio. En resumen, era un diagrama de una enseñanza que me impactó hasta el día de hoy: Nuestras carencias físicas pueden estar mostrando un paralelo con nuestras carencias espirituales. Así es como el cuerpo grita en angustia por Dios. El hambre por comida física puede -no siempre- ser en realidad un llamado de hambre por Su Presencia... por eso resultamos comiendo en momentos de ansiedad o de frustración.
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Ayer apareció publicada en EnHabito una entrada mía acerca de mi lucha contra los hábitos alimenticios desordenados. Mientras veo como se desarrolla la conversación, se me hace claro que este tema debe ser entendido en términos espirituales, no carnales. No estoy siguiendo una dieta. No tengo un entrenador. Simplemente estoy bajando de peso porque la rebeldía, la ansiedad y cierta 'idolatría' están marchitándose en mi vida.
de lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las enseñadas por el Espíritu, combinando pensamientos espirituales con palabras espirituales. Pero el hombre natural no acepta las cosas del Espíritu de Dios, porque para él son necedad; y no las puede entender, porque se disciernen espiritualmente. En cambio, el que es espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado por nadie. 1 Corintios 2:13-15 LBLA

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