miércoles, 24 de diciembre de 2008

no tengo comparación con nadie (sin jactancia ni cinismo, sino con gratitud)

Sé que soy único, y que mi identidad no depende de "cuánto no me parezco o cuánto no soy como mis iguales". Para Dios, mi auténtico padre, no tienen significado las habilidades laborales que otros tienen y yo no, las características físicas que no poseo, los rasgos de personalidad que aún no he desarrollado.
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Soy en este sentido hijo único, apreciado por lo que sí soy, por la personalidad que hasta ahora se ha formado en mí, por las destrezas que poseo; hecho hijo por un amor específico que tenía un sólo destinatario (yo). Yo mismo lo hago práctico dejando de compararme con otros, y buscando mi validación constante en Dios.

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