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Sin embargo, me ha costado entender que hay un momento que Dios propicia, un momento de purificación en el cual Él mismo empieza a sacudir el árbol que es la vida ministerial, y solo los frutos que estén bien asidos a las ramas van a sobrevivir la sacudida. En medio de mi preocupación sentí las frases "Y tú, ¿estás bien asido al tronco de Cristo, o vas a irte también en la sacudida?"
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Oro pues me siento en medio de esa incertidumbre, y también algo seco espiritualmente.
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