Ayer en la noche fui a la casa de una tía mía, con motivo de una reunión familiar. Como fui después del trabajo, llevaba mi camisa de uniforme de Libres en Cristo*. En la salida, me topé con una prima (con quien siempre he hallado similitudes en mi vida), y me preguntó si seguía trabajando en el ministerio. En ese momento no se me ocurrió preguntarme cómo sabía ella que había cambiado de empleo, y es que durante cierto tiempo mantuve esta decisión, pues, em, en secreto.
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Después de un par de comentarios de cortesía, esta prima me dijo que había leído mi testimonio en nuestro website*. Whoa. Eso equivalía a decirme que sabía que estuve luchando contra una vida de pecado homosexual, y por ende, que varios miembros de mi familia extendida lo saben. Bueno, era cuestión de tiempo. El testimonio está disponible en Internet y cualquiera tiene acceso.
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Sin embargo, me sorprendió no haberme llenado de ansiedad ante tal revelación. Mi prima me comentó que ella también luchó contra el pecado sexual (no sé de que tipo), y que su esposo lo sabe, y que halló ayuda en su iglesia.
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Este episodio me ha hecho reflexionar en que (1) cuando decidí buscar un escape en Cristo de la homosexualidad que me había atormentado durante casi toda mi vida, no sabía que iba a extenderse poco a poco a mi familia cercana, y ahora a mi familia extendida. Somos una familia de extensa tradición eclesiástica, pero ahora reflexiono en que cada uno de nosotros, en cualquiera de las tres generaciones que conozco, y por miedo a perder la reputación del apellido, tuvo que luchar contra el pecado en soledad, o en el mejor de los casos, hallar ayuda fuera de la familia.
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(2) Me hace amar más a la iglesia local como cuerpo de Cristo, y afirmar que sí existe ayuda para el quebrantado y dolido. Mi prima halló ayuda en otra iglesia. Yo la encontré en la mía. La Iglesia sí está haciendo su trabajo, y la libertad es una fuerza arrolladora. Creo que el impacto de toda esta revelación no ha cuajado por completo; sé que hay un montón de secretos familiares que se saben en silencio pero no se comentan, y poco a poco van saliendo a luz. Mi prima sugirió que organizáramos una reunión de nuestra generación (los primos), para hablar de la libertad, de nuestros testimonios, y de la ayuda que sigue estando disponible en Cristo y en el cuerpo de creyentes.
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*www.libresencristo.org
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