viernes, 13 de febrero de 2009

un golpe del pasado

La semana pasada encontré en una tienda a un amigo de colegio. La última vez que estudiamos juntos fue en 1993. Ese fue el año en el que me fui de mi casa escapando de la violencia, y en el que mi padre murió por una sobredosis... y el año de mis mejores logros académicos hasta entonces. Por eso, sé que haber encontrado a alguien de una época tan singular en mi vida, es un indicador de que debo enfrentar el asunto y que grandes cambios vienen de nuevo para mí.
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Cuando vi a este hombre, hice mi mejor esfuerzo por evadirlo, lo cual fue imposible dado a que estábamos en el mismo pasillo del almacén (y me dijo mi nombre completo, indicador de que me reconocía al 100%). No sé si alguna vez podría explicar el miedo y la ansiedad que sentí; la actitud de competencia y ataque que se mezclaron en todo. Basta decir que me corté dos dedos (no recuerdo con qué) y que torcí la llave de mi carro con las manos. No creo que yo haya hecho un gran escándalo, simplemente fue la auto-agresión fuera de control, pero a la vez callada que no experimentaba hace mucho tiempo.
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No estoy tan seguro de lo que este episodio significa en mi vida. Sólo sé que trajo a mi recuerdos de competencia, de humillación y de envidia. Y no solamente eso, pues una de las partes más difíciles en mi vida ha sido el reconocer que yo no era siempre la víctima, sino que encontré la forma de agredir a otros en una forma torcida y perversa (especialmente buscando rendir el máximo en una actividad, hasta hacer de mi rival un definitivo segundo lugar). Ahora entiendo que este amigo también sufrió lo suyo al verse desplazado; también sospecho que ciertos eventos de su vida tienen que ver con lo que yo causé, y que de no haber estado viviendo yo circunstancias tan adversas, él y yo podríamos haber sido excelentes amigos y mantener la amistad hasta hoy. Quiero ceder a la tentación de pensar 'esto es cosa de niños, y debe quedar atrás', pero sé que sería otra forma de escapismo.
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Quisiera terminar esta entrada con una nota en la que identifico la restauración y la victoria obtenidas, y contando que ahora exhibo mejores patrones de conducta. Pero no es así. Han habido muchos cambios, pero esta etapa de mi vida necesita sanidad aún. Cuando esto sucede y escribo entradas como esta, sé siempre que es la primera parte de una cadena en la que veré como Dios extirpará esta invasión en mí.

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