Varios datos se han cambiado u omitido para proteger la privacidad de los protagonistas, pero he escrito la anécdota para hacer llegar mi punto de vista.
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Hace meses (en octubre del año pasado, creo) vino a buscarme un muchacho, necesitado de consejería. Vino porque estaba empezando un amorío con una chica que no era su esposa (y que estaba comprometida) y quería terminarlo. Muy sociable el tipo, bien parecido, prometedor en su carrera empresarial y en su vida ministerial, con una esposa joven, una hija pequeña y un bebé en camino. Sabía que el 2009 sería un año crucial para buscar su santidad, y restaurar su pasado. Hablamos lo suficiente, y supe que se había sentido animado a cambiar. Hablamos de como podría quedarse sin nada, solo poer pereguir ilusiones. Sin embargo, también sentí fuertemente indicarle que a partir de ese momento tendría dos caminos, escoger por una vida abundante, o entregarse al pecado... y que yo no podría garantizar qué camino escogería.
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Ayer me lo encontré de nuevo. Cuando le pregunté por su familia, me dijo "Re-bien vos, gracias a Dios, ahora ya puedo visitar a mis hijos más seguido". Resultó que ya se había separado de su esposa, se había ido de la iglesia, había abandonado la universidad, y se había rendido al alcohol. Pero seguía re-bien, gracias a Dios. Yo le respondí con el mismo tono impersonal, "Bueno, lo importante es que sigas avanzando", aunque genuinamente le hubiera querido decir "¿Lo echaste todo a perder, por que no quisiste dejar a tu novia, verdad? Estabas advertido".
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No, no estoy emitiendo un juicio sin misericordia, al contrario, me entristece bastante. Verán, entre estos dos episodios sucedieron muchas cosas, muchos banderazos de alerta que no quiso identificar. Me acerqué a ofrecerle ayuda, la primera vez que vi que llegó a trabajar con resaca, pero estaba re-bien, gracias a Dios. Me acerqué antes de las vacaciones de Navidad, para ayudarle a hacer un plan para protegerse de la tentación mientras no nos viéramos a diario, pero entonces fue "llego a hablar con vos al rato". (Y al regresar de vacaciones, estaba re-bien, gracias a Dios). Traté de hacer conversación, de mostrarme disponible después de que lo encontré en un Burger King con la mujer que no era su esposa. Entonces también fue llego a hablar con vos al rato. Para hacer el cuento corto, nunca hubieron decisiones radicales, ni restauración genuina, y poco a poco, nunca llegó el rato para hablar, y él se fue labrando un camino hacia su actual estado re-bien. Creo que la negación y la procastinación se comieron todas sus buenas intenciones.
2 comentarios:
Ernesto,
yo creo que si ese hombre busco consejeria en un principio (a pesar de su mala desición) es porque queria y talvez quiera cambiar.
lo que creo es que se necesita gente con la suficiente "gracia" como la de Bernabe para ayudar a un Marcos tipo de un "debil en la fe".
he sido lider de grupos. y muchas veces me encontre diciendo: ayude a tal persona, cuando ni siquiera me puse a su nivel de debilidad para ayudarlo.
Gracias a Dios por los fuertes. ¿pero que hacemos con los debiles? ¿los empujamos de vez en cuando (para decir q los ayudamos) o nos hacemos debiles con ellos para que crezcan?
Saludos
Wow. Tu comentario me ha hecho re-evaluar lo que opino.
Entiendo que no existe un punto de "ya está todo perdido", sino que siempre, siempre se puede empujar el límite. Total, hubo quienes nunca me consideraron "caso perdido".
Me hacés pensar también en lo que puedo seguir haciendo por quien parece vivir en negación. Puedo orar por él. Puedo seguir disponible, abriendo comunicación casual cada cierto tiempo. Puedo capacitarme para estar listo cuando las crisis lleguen. Y puedo pedir ayuda de Dios para cuando sea yo el débil.
Creo que yo puedo mostrar en este blog mis debilidades -de hecho, la semana pasada fue todo lo que experimenté. Supongo que al leer al respecto, alguien podrá crecer.
Que no sea este tu único y último comentario. Que bueno es saber de ti de nuevo Jhon, voy a revisar tu blog; está muy interesante.
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