lunes, 4 de mayo de 2009

Re-blogueado: Santificación

Hoy leí una entrada en un blog amigo acerca de la relación entre revelación por la Palabra de Dios, y santificación. De hecho, recientemente yo he sido algo duro con aquellos que me han pedido ayuda para salir del pecado sexual, y varias semanas después, siguen cayendo en los mismos hábitos. Cuando me comentan que en todo ese tiempo no han encontrado santidad, y que tampoco han abierto su Biblia, casi se me escapa un ¿y qué esperabas entonces? Hay veces que yo mismo me dirijo esa pregunta.
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Inlcuyo algunos párrafos de lo que he leído en la entrada a la que hago referencia,
(...) pero aún se me hace más interesante como nuestro comportamiento humano nos hace pensar: "Yo puedo alcanzar la santidad por mis medios, dejando de hacer esto, haciendo aquello, leyendo estos libros, huyendo de la sociedad, analizando realmente si lo hago por amor, etc..." u otro argumento falso como: "voy a santificarme primero, y luego voy a buscar su palabra y orar". Es algo que está en contra del evangelio.

Al respecto, yo mismo tengo una crítica (y a veces auto-crítica, cuando he caído en esa conducta) para los casos en los que hemos sustituido la lectura bíblica por la lectura de libros de auto-motivación. Tantas lecturas acerca de trabajo en equipo, liderazgo, cambio de actitud, pensamiento positivo, blah, blah, no sustituyen a la Biblia. De hecho, he acuñado el término johnmaxwellense o johnmaxwellish para describir el dialecto en el que a veces hablamos, para sustituir la carencia de revelación bíblica.
La santificación solo se encuentra en la verdad de Jesucristo, en su palabra, en la Biblia. Si no tengo el hábito de leerla, sino tengo el hábito de escudriñarla, de asimilarla, de entenderla... No puedo esperar cambios significativos en mi forma de actuar, en mi forma de alcanzar la santidad... ¿no creen?

Totalmente de acuerdo. ¿Qué cambios podemos esperar si no hay inversión en la Palabra de Dios? Incluyo ahora copia de un mensaje que le envié hace unas semanas a un amigo, como un reto que nos puede servir a todos.
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Insisto. ¿Con qué te quitás el sudor o la suciedad del cuerpo? Con jabón, ¿no? Si es una mancha de pintura o aceite en tu ropa, necesitás incluso cloro. Si la tubería del baño está tapada, usás soda cáustica. Y si tu mente está llena de sexo... ¿con qué la estás lavando?

¿Con qué limpiará el joven su camino? ¡Con guardar tu palabra! Con todo mi corazón te he buscado; no me dejes desviarde tus mandamientos. En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti.

Salmo 119:9-11 RV


Exacto. Con la Palabra de Dios. Es en serio, esto no es un regaño, sino una alerta para que despertés y veas que tu Biblia es lo que has estado necesitando hace ratos. ¿En dónde la guardás? ¿En tu cuarto? ¿De qué te serviría tener un jabón o la pasta de dientes olvidada o guardada? ¿si no las usás? ¿Dejarías de bañarte o de lavarte los dientes durante quince días? En todos estos días de lecciones, no recuerdo haber visto una sola mención de lectura bíblica. Tu libertad y tu respuesta están más cerca de lo que te imaginás. Otra vez, no lo tomés como regaño, sino como esperanza.
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¿Podés hacer un compromiso con vos mismo al respecto?

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