sábado, 6 de junio de 2009

Cree que ya es momento de avanzar en mi liderazgo

Registro todas las palabras de validación que vienen de los hombres que admiro como mentores o como padres espirituales. Las dejo entrar en mi interior, asentarse, germinar y dar fruto. No lucho contra los cumplidos y contra el aprecio, sino que lo recibo como parte de mi restauración, parte de las palabras que Dios me provee para suplir las que hicieron falta durante mi infancia. Si no escribo estas palabras, las olvido.
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Esta semana mi pastor me invitó a un comité de planificación. Explícitamente me dijo frente a otros hombres -sus amigos- que reconoce la riqueza espiritual que ha crecido en mí, y el tiempo que he dedicado a crecer, a leer y a ministrar a otros (sé que en un tiempo él incluso tenía dudas acerca de si yo alguna vez daría la talla, si sería óptimo para el ministerio), y que desea escucharme predicar (ya me ha escuchado ministrar y hablar por radio). No lo tomo como orgullo negativo, ni para compararme con quienes estaban en la mesa, o con mis compañeros de ministerio. Lo tomo con gratitud, como palabras de un padre que ve en mí a un hombre que ya tiene lo que se necesita para ser líder y para influenciar a mi alrededor, lo veo como una muestra de su afecto por mí.

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