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Así que esta semana una amiga me invitó a dar una consultoría en el lugar donde ella trabaja, pero necesitaba que fuera entre semana. Ya una vez ella me lo había pedido, y simplemente le había mentido diciendo que no tenía permiso -un permiso que ni siquiera pedí para evadir el momento. Entonces me animé a pedir permiso esta vez, y claro, no me lo dieron. Pero para mí era importante (1) desarrollar confianza con la autoridad masculina, (2) confiar en que un sí o un no pueden ser lo mejor para mí, sin importar lo que yo piense que está bien. Esta es la copia del correo que envié a un amigo que trabaja conmigo, a quien mantuve enterado del avance del episodio:
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Gracias por tus palabras hermano.
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Te voy a ser muy sincero: creo que ya sabía que el jefe iba a decir que no, pero para mí era importante sentir que estoy bajo su cobertura, y que en el cariño que me tiene y su disposición a formarme, puede decidir lo que es mejor para mí. Era tal vez más importante vencer el temor y tenerle confianza, que el hecho de que dijera que sí. El jefe se sacó de onda un cacho pero es ‘comprensible’.
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Tal vez te suena fresa o es algo que vos ya sabés, yo apenas lo estoy descubriendo. Y de todas maneras, no se trata solo acerca de R, sino que quiero sentir que es con Dios como papá a quien puedo preguntarle por mis decisiones, y saber que lo que Él decida, va a estar bien. Y esa relación con Dios es lo que luego se proyecta para con R. ¿Me explico?
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Esto es una de las tareas que me dejó el pastor D aquella vez que me recibió en la iglesia. ¿Sabes que versículo se me vino a la mente cuando pasó esto?
Así que, cuando tengamos alguna necesidad, acerquémonos con confianza al trono de Dios. Él nos ayudará, porque es bueno y nos ama. Hebreos 4:16Bueno, ya te compartí algo muy personal. Sabés que me siento algo incómodo a veces contando cosas así. Me siento raro, no es fácil.
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