viernes, 17 de julio de 2009

Mi torcida, perversa justicia en cuanto al pecado sexual

Sé que tengo esta idea torcida acerca de la justicia de Dios, y mi propio sistema de creencias al respecto. Este sistema me dice que si alguien ha cometido pecado sexual (incluso si yo no estoy involucrado)... yo tengo el derecho de cobrar mi propia cuota de faltas. Solo así puede estar en orden el universo, y solo así la vida es justa. Consideraba algunos pecados como ciertos 'lujos' que yo no había 'disfrutado'.
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Así ha venido muchas veces en los últimos meses la tentación a mi mente. Al fin y al cabo, ¿quién podría oponerse? No aceptaría llamados de atención de quienes cometieron el pecado, pues no les daría validez ni autoridad. ¿Fácil dar un consejo o reprenderlo a uno, cuando ya se dieron gusto en el pecado, verdad? No, no lo aceptaría.
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No recibiría tampoco reprensión después de haber pecado, de alguien que tenga autoridad sobre mí -sin exigir vehementemente que se aplique la misma medida disciplinaria a los que cayeron antes que yo. Incluso he pensado si podría prepararme de antemano para las consecuencias que ya sé que me impondrían. Y he pensado que si podría.
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Y así de estúpido me he portado, y sé que hasta se me nota en el rostro cuando la tentación sexual en mi vida se acompaña por esta mentalidad torcida, de vengador del pecado. Dios ha sido bueno en librarme de hacer algo verdaderamente tonto.
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Hasta hace muy poco empecé de nuevo mi rutina de "¿que pasaría si caigo en pecado y quién me detendría?" (De hecho fue después de un gran momento de tensión, luego de hablar con mi pastor acerca de mi rechazo por la autoridad, entre otras cosas). Mientras conducía a mi casa, llamé a un amigo para confesarle lo que estaba pensando... y también para probar si podría enfrentarme, ya que él había estado en pecado hace un par de meses.
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Entonces este amigo me levantó la por teléfono... y solo eso me hizo despertar del trance en el que estaba. Me hizo ver como hasta el día de hoy sigue pagando las consecuencias en su hogar, a causa de lo que hizo; me dijo que podría hacer lo que me diera la gana, pero que no me libraría de las consecuencias como él no se ha librado.

Por tanto, no tienes excusa tú, quienquiera que seas, cuando juzgas a los demás, pues al juzgar a otros te condenas a ti mismo, ya que practicas las mismas cosas. ¿Piensas entonces que vas a escapar del juicio de Dios, tú que juzgas a otros y sin embargo haces lo mismo que ellos?

¿No ves que desprecias las riquezas de la bondad de Dios, de su tolerancia y de su paciencia, al no reconocer que su bondad quiere llevarte al arrepentimiento?

Pero por tu obstinación y por tu corazón empedernido sigues acumulando castigo contra ti mismo para el día de la ira, cuando Dios revelará su justo juicio.

Así sucederá el día en que, por medio de Jesucristo, Dios juzgará los secretos de toda persona, como lo declara mi evangelio.

Romanos 2:1-5, 16 NVI

A su alma hace bienel hombre misericordioso, pero el cruel se atormenta a sí mismo.

Proverbios 11:17 AMP

Entendí que he lastimado a aquellos a quienes les he aplicado mi concepto de justicia, y a quienes he aorillado a enfrentarme cuando estoy en tentación. Lo que hacía era recordarles su propio pecado y como yo era superior por no haberlo cometido. Me enfoqué en mis propias excusas, y sí, reconozco que mi corazón es obstinado y empedernido, que sí he cometido pecado, que me olvidé de la misericordia de Dios, que no he sido compasivo, y que bastan mis pensamientos secretos para ser juzgado de manera merecida y justa por Dios.
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Me acerqué al día siguiente a este amigo (de hecho, un compañero de responsabilidad muy fiel), para pedirle perdón, con temor incluso por la forma en la que me he comportado. Me perdonó, y a la vez me explicó que cada vez que yo hacía esta rutina, sentía como si las consecuencias que ahora él paga me importaran una nada..., como si él hubiera regresado amputado de una guerra y yo hubiera despreciado eso, y me hubiera alistado para ir a pelear... como si lo viera sufrir y me pareciera trivial, tan trivial como para creer que yo podría soportar lo mismo sin quejarme, como un ser superior (esto último ya es añadido mío, pero sé que es cierto).
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Incluso sé que si estás leyendo esto, alguna vez te has sentido así como yo lo estaba... o te hice caer en este juego. Si es así, también te pido perdón de manera pública y honesta. No fue lo correcto -y creeme que no me siento bien por ello.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Salmo 32.8