sábado, 20 de diciembre de 2008

Puedo hablar con pasión, puedo sentir fuerza en las palabras

El jueves pasado, en una reunión de trabajo fue la primera vez en mi vida en la que me sentí un líder fuerte, y me descubro desde entonces hablando con mucha pasión, con fuerza por las cosas que me emocionan. Esta es un área en la cual me había sentido limitadísimo. Sé que el cambio radical en mi personalidad se ha gestado desde las increíbles palabras de afirmación que me dió un hombre que admiro y ahora quiero con un afecto de hijo. Es difícil de describir lo que mi interior siente, el cambio de niño temeroso a hombre, hijo que sabe que tiene respaldo en un Padre.
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Ahora me veo venciendo el temor de hablar con fuerza acerca de lo que me gusta, encendiendo a los líderes a mi cargo con visión, animando y enseñando lo que el Espíritu me hace sentir. Me gusta expresar que quiero ver batallas ganadas en 2009, que reconozco que mis amigos llenan muchas de mis necesidades emocionales de manera sana, que mi liderazgo es un espacio solo mío, y que yo tengo autoridad para tomar decisiones y vetar otras, simplemente porque Dios me hace fuerte. Aprendo a dirigir una reunión de trabajo, a vencer mi miedo de narrar que en el trabajo hay un problema grave, a agradecer en voz alta el apoyo y afecto de mis colaboradores, e incluso en un plano más personal, que deseo en mi vida cosas como un noviazgo y la paternidad, y que no debo ocultar estas emociones fuertes detrás del sarcasmo o la apatía.

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