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Relaciones. Al mantener mi vista puesta en morir a mi necesidad de ser el centro de atención, pude ofrecer todo mi testimonio, mi consejo y buen trato a quienes se acercaron conmigo. Eso me quitó ansiedad, aunque también incluyó establecer límites para que respetaran mi independencia y mi espacio.
Finanzas. Regresé con la mitad del efectivo con el que salí del país. No adquirí ninguna deuda, y aunque me hastié en su momento de la presión de grupo por comprar y endeudarme, no adquirí cosas innecesarias, y estoy libre de culpabilidad. Ahora puedo invertir mi dinero como ahorros, en educación o en mi carro. Para mí es un gran triunfo pues me he dispuesto a vivir la frugalidad y la disciplina como valores de masculinidad. Tengo metas financieras para el 2009, que construirán mi seguridad financiera en años posteriores, y siento que son las primeras veces en las que soy responsable ante Dios por ser un buen administrador.
Ejercicio. Estar fuera del país no fue una excusa para no salir a correr, y para comer mal. Al contrario, fue una experiencia muy disfrutable.
Sexualidad. No estoy en pecado. No caí en auto-satisfacerme, a pesar de la tentación. No desaparecí del mapa, y me mantuve rindiendo cuentas. No compré porno, aunque la ocasión se prestó y nadie me hubiera descubierto. Mi sexualidad se hizo sólida, y ejercí mis decisiones de sentir una atracción por las chicas que me gustan.
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