miércoles, 17 de noviembre de 2010

Carta abierta: El simplismo religioso al criticar al homosexual

La semana pasada me vi involucrado en tres incidentes en los que fue evidente nuestra deficiencia como Iglesia para lidiar con el cristiano que lucha con el pecado sexual. Uno de ellos fue de un amigo que esperaba nuestra postura oficial como ministerio acerca de varios aspectos de la atracción homosexual.

Omitiendo nombres y modificando algunas palabras, comparto primero el mensaje original, y mi respuesta después. En resumen, es un llamado que hago al entendimiento de la complejidad del asunto, y de misericordia para el que sufre contra ello. Aprecio tus comentarios al final.

Fijate que tengo una pregunta.

Ultimamente se ha visto un incremento en la gente que se declara homosexual, lesbiana, etc...

Y veo como los medios celebran la "honestidad" de estas personas... Ahora el asunto es que postura tomamos nosotros como cristianos, como ministerio, ya que de mi parte seria crítico con esto, aunque sé qur ser crítico no necesariamente va a ayudar, talvez solo les haría mas publicidad. Bueno pero tambien esta el asunto de que no quiero ser ofensivo con los miembros del ministerio que estuvieron en este pecado.

Ya me sucedió que chateando con uno de ellos, me comentó como aun sentía atracción por hombres.. yo le contesté que esto es contra naturaleza... se me armó un lío pues me empezó a decir que me falta mucho por aprender, etc..

Esta persona me contó q no es que se esté dejando llevar por esta atracción pero si siente la misma... y es una lucha que vive continuamente.

Ahora yo entiendo que a los hombres nos excite una mujer.. y que no dejar que ésto llegue a más es parte de la renovacion que hemos vivido.

(No se si esté usando mal la palabra excitación para lo que estoy tratando de hablar... ) Para resumir.. ¿como podemos dejar de ser pasivos con la adulación a los gays que se vive en la sociedad?

¡¡Gracias vos y adelante con Cristo!!

¡Saludos!

Pues respondiendo a la invitación para comentarte nuestra opinión como ministerio, te escribo.

Primero, no, no estamos de acuerdo con celebrar, ni aprobar a las celebridades o a las personas que se declaran homosexuales en los medios.

Pero no estamos de acuerdo con criticar. Verás, la homosexualidad es un asunto extremadamente, increíblemente complejo. A este pecado lo preceden años de desvalidación paternal, recuerdos vacíos, generalmente abuso sexual, trauma en la infancia o adolescencia (como muerte de un familiar o accidentes), disfuncionalidad familiar (incluyendo violencia, incesto o negligencia) y rechazo social (por mucho que los medios celebren la homosexualidad, ser gay sigue siendo un estigma).

Realmente el clasificar la homosexualidad algo como natural o no-natural es simplista y en mi opinión, parecemos ignorantes como cristianos cuando nos pronunciamos acerca de temas delicados con un simple LIKE o DISLIKE. Como mentores necesitamos una mente holística, eso quiere decir, una mente capaz de abarcar muchos factores, muchas situaciones al mismo tiempo, una mente que trate de entender todos los componentes de un problema, que halle soluciones, y no una mente reactiva, que diga me gusta, o no me gusta cuando encuentra una situación desconocida.

Yo acabo de ver un debate en el programa de Anderson Cooper acerca de los recientes suicidios de adolescentes por ser hostigados por ser gay. La que peor se vio fue la representante de Enfoque a la Familia, porque tenía una visión extremadamente limitada del tema, hasta vergüenza me dio y entendí por qué vamos perdiendo terreno como Iglesia. Este tema se discute en los medios en USA, donde expertos hacen propuestas acerca del papel de la Iglesia cristiana, del diseño de políticas por el gobierno, desde la psicología infantil, etc., y este es un mundo en el que el cristiano que no tiene propuestas concretas, se queda marginado de la discusión.

Esta es una crisis grande, cada semana mueren homosexuales por hostigamiento, por enfermedades, o por crímenes de odio; los divorcios por causa de un cónyuge declarado gay van en aumento, hay congregaciones que se desbaratan por el pecado homosexual de los líderes… es una situación enorme en la que estamos llamados a mostrar salidas.

Segundo, necesitamos empatía como mentores, unos hacia otros. Yo te confieso, antes era en extremo crítico de los mentores casados que no podían ser fieles a sus esposas, en acciones o pensamiento. Pensaba que era simplemente cobardía, falta de esfuerzo, gente débil de mente, me daban pena sus necesidades emocionales, mentirosos, hipócritas… no era “natural” para mí que un hombre que tenía a una mujer bonita a su lado, quisiera buscar a otras mujeres para satisfacerse.

Pero eso me separó mucho tiempo de la comunión verdadera con ellos y con Dios mismo, incluso de los hombres que pedían ayuda en el ministerio, y lastimé a la gente. Con profunda vergüenza les he pedido perdón de frente a varios por ser tan fariseo (incluso es bien difícil escribir este correo al respecto, del pesar que aún me causa mi actitud). Uno de los ‘efectos secundarios’ que trajo Dios cuando cambió mi mente para ser atraído a las mujeres, fue el darme cuenta de CUAN difícil es mantener uno sus intenciones y sus ojos en pureza, y que ser fiel a la mujer que uno ama es un reto que nunca imaginé, y con ello vino el arrepentimiento por mi legalismo. Nunca tuve en verdad ese derecho de juzgar a otros mentores ni de criticar una tentación por la cual nunca había pasado. Justo la semana pasada, el pastor nos decía, que legalismo es juzgar a otros cristianos según MI opinión acerca de lo que es la santidad. Estas lecciones no han sido fáciles hermano, y se pagan caro.

No tenemos derecho a NADA, más que a estas palabras, las del recaudador de impuestos que se golpeaba el pecho mientras decía

Oh Dios, ten compasión de mí, que soy pecador!" (Lucas 18:13)

Tercero, ¿cómo podemos dejar de ser pasivos? Bueno, informándonos y aprendiendo acerca de la homosexualidad y todo lo que implica. Tomando como propósito personal, alcanzar, mostrar el mensaje de misericordia al homosexual, y si es posible, guiarlo fuera de allí con el curso de 60 días. Criando a nuestros hijos con una hombría presente y bíblica para evitar que caigan en este pecado, protegiendo nuestro hogar de las influencias del entretenimiento, dejando nuestra actitud lejana, y siendo cercanos. Tomando al que se recupera de la homosexualidad a nuestro cargo para modelar, ejemplificar lo que significa masculinidad y paternidad. Ser activo no significa ser violento ni extremista, sino activo a la manera de Cristo, que compartía su mesa con prostitutas y ladrones.

Estos son mis pensamientos que resumen lo que creemos y opinamos como ministerio, y creo que es bastante para meditar.

Que estés bien.

1 comentario:

Alexander dijo...

Sobre el simplismo y más…

Con todo respeto quiero referirme a la carta abierta, rogando al Señor que mi comentario sirva para esclarecer un poco más el asunto tan importante que aquí se trata.

Confío en que todos sabemos que el pecado sexual no es el único pecado por el cual se condenan los pecadores, que no hay justo ni un uno y que no hacen falta pecados “grandes” para merecer la condenación (Romanos 3.10). Sin embargo, creo que todos estamos de acuerdo también en que, la inmoralidad sexual, en cualquiera de sus acepciones, daña de una forma muy particular (I Cor. 6.18). Por decirlo de algún modo: las cadenas de este pecado tienen espinas y garfios que nos desgarran.
Para los creyentes, el asunto se complica muchísimo más porque vivimos en medio de una sociedad muy similar a la que se describe en Romanos 1, cuando Pablo afirma que Dios ha entregado a los hombres a la inmundicia, porque se han empeñado por todo los medios en quitar la vergüenza asociada con el pecado. La propuesta del mundo es eliminar el rechazo hacia el pecado (en particular el de homosexualismo), para que la persona pueda pecar sin remordimiento, para que ya deje de reprimir sus impulsos.
Reprimir los impulsos es algo sano en muchas ocasiones y en el caso del pecado es lo único prudente y justo.

Los insensatos desprecian la sabiduría y el conocimiento (Proverbios 1.7), de manera que los cristianos tenemos la obligación de saber exponer con claridad nuestra posición, la cual tiene que ser bíblica. Al ser bíblica tiene ser útil, práctica y tiene que funcionar. (II Tim. 3.16)

Debo aclarar que, para algunos ir a las Escrituras y procurar regirnos solamente por ellas, es simplismo, pero para los creyentes esta es la única opción válida. No creo que exista un Evangelio diferente para los homosexuales, el mismo mensaje de perdón por la fe en Jesucristo es válido para todos.

Pero, por otro lado, he visto con dolor casos tratados con tal irresponsabilidad, que me hacen comprobar que sí hay muchos líderes “cristianos” que prefieren las recetas fáciles. Observé un caso (en youtube) de un pobre hombre al cual le estaban echando fuera el demonio homosexual, y después de unos pocos minutos de gritos y de exaltar las emociones, declaran al hombre libre. Imagino la gran desilusión de aquel hombre si creyó que ahí concluía el asunto de su pecado pasado, o bien, la rabia y el desconsuelo contra lo que se le prometió y no fue cumplido, una liberación mágica.

El pecado sexual que nos dominó por años, deja muy serias consecuencias, pero la gracia de Dios es abundante y Su palabra contiene los principios que traen libertad.

Además de simplismo en las expresiones de algunos que piensan que lo único que tiene que hacer el homosexual es “dejar de hacer eso”, hay negligencia en la iglesia que no quiere tomar la tarea que el Señor mandó para sobrellevar las cargas y restaurar al caído. (Gálatas 6.1-2). Es preciso aclarar que sí hay que dejar de hacer lo que sea que nos apartaba de Dios, pero hay mucho más qué hacer. El curso bíblico Puerta de Esperanza es una excelente opción, pero para que de resultados se necesitan hombres con corazón compasivo para guiar, instruir, llevar en hombros al que está herido. En cuanto a esto, más que simplismo, pienso que la iglesia está siendo indolente. No muestra compasión. Y la iglesia está siendo negligente. Tiene pereza de hacer todo lo que Dios ha mandado.