[mi nombre] es para mí un hijo amado;
es el hijo que más quiero.
Aún cuando lo reprendo,
no dejo de acordarme de él;
mi corazón se conmueve
y siento por él gran compasión.
Yo, el Señor, lo afirmo.
Jeremías 31:20 DHH
martes, 9 de diciembre de 2008
Haciendo surgir el hijo amado en mí
Hoy es un día en el que estoy peleando palmo a palmo contra mi propia mente, para vivir como hijo y no ceder terreno a la autocompasión o al sentimiento de orfandad. Hoy dedico tiempo frecuente a recordar como Dios me ha adoptado. Justo enmedio de la pelea, Dios me regala un versículo a través del libro La Travesía del Corazón Salvaje, en el que cabe mi nombre perfectamente, y que explica lo que ahora vivo, su reprensión y su cariño.
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