martes, 2 de noviembre de 2010

Diferencias entre Confesión y Entrega de Cuentas

Este fin de semana, nuestro pastor, el líder del ministerio nos enseñó en la reunión mensual que tenemos como equipo, acerca de la entrega de cuentas.

Aunque este es un principio que todos los miembros de su equipo conocemos, la cantidad de libros específicos que usó y sus preguntas (siempre) incómodas me han hecho pensar mucho en la profundidad y alcance de la manera en que yo vivo la entrega de cuentas.

Uno de mis compañeros comentó que ya no hallaba la diferencia entre este principio y la confesión. Desde entonces tuve en mente hacer algo de investigación, y publicar las diferencias que encuentro.

Primero, entiendo que la confesión es un acto posterior a haber cometido pecado, a haber ejecutado una acción que transgrede los límites, y que ofende la naturaleza de Dios. Ejemplos de pecado sexual que necesita ser confesado son la masturbación, la fornicación (relaciones sexuales de cualquier tipo, antes o fuera del matrimonio), el abuso sexual, ver pornografía, etc.

La confesión es para reconciliación con Dios, pues el pecado nos separa de Él. Es reconocer públicamente ante Dios y ante otros que hemos escogido, cometido y terminado acciones ofensivas contra Su naturaleza, en nuestra vida sexual.

La relación es directa: cuando existe el pecado, hay separación de Dios, es necesario un pago con la muerte, y por tanto es necesaria la confesión para reconciliación con Él, pues el pecado ha traído muerte espiritual. Inlcuye darle la espalda al pecado, y marchar en la dirección espiritual contraria, hacia la santidad. Confesión no solo significa decir mis pecados, sino expresar verbalmente la necesidad de perdón, y a Cristo como Salvador.

Por otra parte, la entrega de cuentas (accountability) es también un término administrativo y contable, el acto de ser evaluado, probado o juzgado por Dios mismo y por otros, por la manera en que uno administra su vida. A mi parecer, la entrega de cuentas no es siempre por haber cometido pecado. Uno puede ser auditado o probado por sus palabras, por la administración del dinero y recursos, por la gente que espiritualmente está a cargo de uno, y en nuestro caso como ministerio, por la forma en la que uno maneja o administra su pureza sexual.

El resultado de la entrega de cuentas puede ser entonces favorable o desfavorable. Por ejemplo, con respecto a la administración del dinero o de mi tiempo, pueden encontrarme faltante o eficiente. Lo mismo sucede con mi pureza sexual, puedo entregar cuentas de haber sido buen administrador de lo que veo, de mis relaciones sentimentales, y de la vida devocional que da soporte a mi pureza, o al entregar cuentas puedo hacer evidente que no fui un buen administrador de mi entretenimiento, de mis manos, de mis pensamientos, o de mis hábitos en general.

Creo precisamente que es una falsedad acerca de la entrega de cuentas, pensar que debemos hacerlo sólo cuando ya estamos en problemas, o sólo acerca de lo malo que sucede en nuestra vida. Entregamos cuentas acerca de nuestros hábitos, nuestros pensamientos, nuestras intenciones, nuestras acciones con respecto a la pureza sexual. Lo bueno y lo malo. Uno puede rendir cuentas acerca de cómo maneja la tentación sexual cuando aparece, sin que haya sido consumado el pecado.

Confesión es acerca de acciones para hacer público un pecado y reconciliarnos con Dios. Entrega de cuentas es acerca de sistemas y estructuras en las que uno se inserta para tener un estilo de vida más íntegro. Estas sistemas incluyen software como filtros de internet que envíen un reporte constante de lo que estás viendo en la web, o estructuras como un grupo de personas que te hagan pasar por esas evaluaciones y pruebas.

La confesión se hace en pocos minutos, es a corto plazo, y lo que se necesita es verbalizar o escribir la falta, y expresar, buscar arrepentimiento. La entrega de cuentas es a largo plazo, de tal manera que uno resulta trabajando en mejorar como administra un pensamiento, un hábito o el cambio de un rasgo de carácter, no una vez, sino repetidas veces durante meses o años, buscando siempre mejorar.

El objetivo de la confesión es hallar perdón y reconciliación con los hombres y con Dios. El objetivo de la entrega de cuentas es exponerse a una consecuencia positiva o negativa. Pero en este caso debo ser claro, pues no practicamos el castigo o recompensa de la manera como la religión católica lo haría, asignando una penitencia o una absolución. La entrega de cuentas no es penitencial, y hay quienes la practican imponiendo castigos, tal vez de manera inocente, pero errónea, del tipo "si viste pornografía esta semana, te toca lavar todos los autos del grupo de jóvenes."

Las consecuencias del vivir en entrega de cuentas son intrínsecas, individuales, interiores y de carácter espiritual. El no abandonar hábitos defectuosos, o esconder pensamientos pecaminosos, retrasa e impide una vida con propósito, y trae el dolor emocional de vivir victorias a medias, de soportar uno su propio carácter no transformado y el peligro de abandonar la vida en Cristo.

Terminando de listar algunas de las diferencias que encuentro, completo esta nota señalando que también la confesión y la entrega de cuentas comparten similitudes: Ambas son intencionales, ambas incluyen expresarse verbalmente o por escrito, y ambas incluyen mejora continua. Si estos principios se convierten en rutina y al pasar el tiempo uno sigue en el mismo lugar, confesando los mismos pecados y deficiencias una y otra vez, en realidad no está viviendo tales con intención.

2 comentarios:

Alan dijo...

Buenísimo!! aclaradas muchas dudas...

Ricky Marroquin dijo...

Wow!! que buen articulo. Mas completo de lo que yo pude compartir.
Felicitaciones Neto!
Ricky