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Esta semana, tuve que hacer un alto similar, a media calle. Empecé mi rutina escuchando a Joyce Meyer mientras corría los primeros kilómetros... y el tema era la misericordia. Su anécdota se refería a como una vez, cuando su hija era adolescente, cometió varios errores en un mismo día (del tipo de situaciones en los que los adolescentes se meten), incluyendo perder una receta médica, y quemar unas galletas en el horno.
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La reacción de Joyce (me permito llamarla Joyce), fue la frase "vas a tener que pagar esto, niña".
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Y al final de ese día, ella cuenta que encontró en su mesa de noche doce dólares, con una nota escrita a mano:
"Mamá, espero que esto cubra mis errores".Yo iba corriendo a la par de una instalación eléctrica, esforzándome en plena subida, concentrado en la narración, pero sin predecir lo que vendría. Así que esta frase subió por los cables del iPod, directo a mis recuerdos, y explotó en mis ojos.
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Yo me vi a mí mismo tantas veces como niño, haciendo esos esfuerzos interminables por ganarme a la gente, a mis papás, a mis compañeros, o a mis maestros, a cualquiera que pudiera afirmar que ya no debía nada. En ese instante supe que aprendí de muchas maneras que el afecto no era gratuito, que la salvación tampoco, y que hasta con Dios mismo tendría que acercarme con mis esfuerzos, a decirle interminablemente.
"Dios, espero que esto cubra mis errores".Parado de nuevo, agradecido porque las lágrimas se veían como sudor del ejercicio, le pedí perdón a Dios por tratar de comprarlo durante tantos años. Me pedí perdón a mí mismo por obligarme a trabajar tan duro por nada. Perdoné a toda la gente que no me interrumpió sino que fomentó este ciclo en mi vida. Y me quedé perplejo pensando por qué nunca supe que todo mi pecado, y todo mi sufrimiento, ya había sido llevado a la cruz hace tanto tiempo.
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Entendí en esa acera, a la par del muro, que como niño, nunca, nunca, nunca debió existir una ocasión en la que yo tuviera que ganarme las cosas. Dejé atrás frases como "en esta casa no trabajás, tu única obligación es sacar buenas calificaciones en el colegio", y "era lo mínimo que podías haber hecho".
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Ese niño que aún llevo adentro, que nunca tuvo el tiempo de vivir con estas libertades, es desde donde me siento impulsado ahora a recuperar esas sensaciones de seguridad y de vida gratuita que no tuve.
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Y ninguna fuerza, ninguna persona, va a aorillarme de nuevo a querer comprar mi vida de nuevo.
6 comentarios:
hola neto, ésto me deja pensando, creo que es muy acertado y me gustaría que me pudieras (si te es posible, ya que sé que estás muy ocupado) explicarme a detalle ésta narración, gracias!
Que tal Neto, me bendijo mucho tu narrativa, se que Dios usa el mismo recuerdo de nuestra vida para revelar misterios que en el tiempo de El bendicen tu vida y la de tus amigos, Adelante en tu llamado y échale ganas a la corrida. Saludos.
Claro Anonimo, contame que parte puedo explicarte... y si sabes mi correo escribime, o vuelve a comentar aqui mismo...
Puchis vos..:!! eso si estuvo grueso... y me he dado cuenta que no he tomado en cuenta la gracia como se debe... gracia!!! algo que me es dado por misericordia de Dios y no por lo que hago para merecerla, porque nunca lo lograré. Aprovecho para decirle a Dios que me perdone también por querer "pagar" y "desquitar" eso que ha hecho por mi. Gracias Dios, porque tu Hijo Jesucristo, nos ha dado vida junto con ÉL, por tu amor.
MAS QUE IDENTIFICADO CON ESTO!!
Me identifico de verdad, que si tienes razon, yo muchas veces no le quice decir a alguien NO con un favor que no quria hacer porque simplemente no lo deseaba o cmprometia algo de mis valores, y solo por creer que solo asi twe siguiran queriendo, Yo habia aprendido que un amigo es el que hace favores-.-! Pero eso nos hace ver a DIOS igual, la gracia de Dios es infinita.
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