Nuestra Biblia, en el primer capítulo de Romanos, explica la naturaleza del pecado y nuestra necesidad de redención. Pero hace pocos días, en la segunda parte del capítulo saltó a mi vista un concepto clave: un corazón oscurecido con el orgullo, cambia la adoración de Dios por la adoración a otras personas del mismo sexo.
Te invito a leer conmigo:
21 A pesar de haber conocido a Dios, no lo glorificaron como a Dios ni le dieron gracias, sino que se extraviaron en sus inútiles razonamientos, y se les oscureció su insensato corazón.22 Aunque afirmaban ser sabios, se volvieron necios23 y cambiaron la gloria del Dios inmortal por imágenes que eran réplicas del hombre mortal, de las aves, de los cuadrúpedos y de los reptiles.Yo puedo identificarme con esos inútiles razonamientos, con ese olvido de Dios que comenta el apóstol Pablo. Yo sé que para compensar muchas carencias afectivas en mi vida, aprendí a considerarme superior a otros. Y sé que alrededor de los tiempos en los que más me hundí en pecado sexual, fueron también aquellos en los que estuve más lejos de Dios, y me creía superior a sus mandamientos.
24 Por eso Dios los entregó a los malos deseos de sus corazones, que conducen a la impureza sexual, de modo que degradaron sus cuerpos los unos con los otros. 25 Cambiaron la verdad de Dios por la mentira, adorando y sirviendo a los seres creados antes que al Creador, quien es bendito por siempre. Amén.En algún momento de este camino de restauración, aprendí que las atracciones homosexuales eran idolatría hacia los hombres (no solo como género humano, sino en una forma sexualizada, siendo atraído). Mi adicción a la pornografía gay era una servidumbre cruel, dándole al hábito mi tiempo, mis mejores horas, mi dinero y mi energía.
26 Por tanto, Dios los entregó a pasiones vergonzosas. En efecto, las mujeres cambiaron las relaciones naturales por las que van contra la naturaleza.27 Así mismo los hombres dejaron las relaciones naturales con la mujer y se encendieron en pasiones lujuriosas los unos con los otros. Hombres con hombres cometieron actos indecentes, y en sí mismos recibieron el castigo que merecía su perversión. 28 Además, como estimaron que no valía la pena tomar en cuenta el conocimiento de Dios, él a su vez los entregó a la depravación mental, para que hicieran lo que no debían hacer.Y al encadenar esta secuencia, me doy cuenta de que mis defensas me ayudaron a crear un orgullo gigantesco, monstruoso. Creí que la soberanía y la autoridad de Dios se aplicaban a los seres sencillos, pero no a mí; creí que yo estaba extento de cumplir sus normas de santidad, aunque siempre me fueron inculcadas en casa.
Mi orgullo me hizo creer que tenía autoridad y propiedad sobre el cuerpo y emociones de otro hombre; me permitía trivializar y justificar el pecado de homosexualidad en mi vida y exagerarlo al verlo en otros, pues creía ser el dueño de las normas morales y su aplicación, y así me entregué a la adoración y servicio del pecado. Y cómo dice el verso 28, al no creer que valiera la pena el conocimiento de Dios, Él me permitió entregarme a la depravación que yo había escogido.
Hoy, algunos años después, me he dedicado a ayudar a otros hombres que están saliendo de la homosexualidad, y he visto mis antiguas conductas y actitudes reflejadas en ellos: las muchas explicaciones de por que la homosexualidad no debería ser un pecado; el ácido sarcasmo para herir a otros, con aires de superioridad; la exigencia de un 'trato especial' en el ministerio; la demanda de atención inmediata; la justificación de las recaídas, la actitud defensiva, y la negación a asumir responsabilidades por el cambio.
Yo lo reconozco, yo mostraba todo esto; por eso lo puedo identificar. Y estoy consciente de que el cambio en mi vida no empezó hasta que Dios me golpeó duramente en el orgullo (ni siquiera puedo decir que fue mi iniciativa, porque puse feroz resistencia a dejar el orgullo). Ser 'humilde' nunca fue algo a lo que aspiré, y solo utilizaba la falsa humildad para parecer piadoso y que me dejaran en paz.
Pero la humildad genuina y forzosa de Dios me obliga ahora a reconocer ante mis amigos y mis líderes, que estaba en pecado, y que no lo quería dejar. Me ayuda a hacer preguntas acerca de lo que significa tener una identidad masculina, y a pedir que me ayuden para restaurarla. Quitarme el disfraz del orgullo me hace ver que no necesito protegerme para no contar mi testimonio en público, y que los rasgos de una identidad masculina incluyen el perdón, la honestidad y la vulnerabilidad. Dejar el orgullo me está ayudando a seguir el liderazgo de un hombre mayor, y así encontrar restauración de la paternidad que me ha faltado.
Por estas experiencias, me he convencido de que sobre cualquier evento de crianza o decisión, es el orgullo la madre que concibe, da a luz y luego amamanta al pecado homosexual. Quiero escribir en otra ocasión un resumen de la forma en la que uno de mis mentores trabajó duramente en mi orgullo, y cómo podemos batallar contra este enemigo.
2 comentarios:
totalmente de acuerdo, hay muchos factores que inciden en este tipo de conductas, pero el orgullo es uno de los mas fuertes, ya que no hace tomar decisiones erradas e ignorar lo que sabemos que debemos hacer.
Es cierto muyyy cierto porque yo lo he estado viviendo, pero porfavor si eres tan amable de decirnos como es la mejor manera que lo has tratado yo he detectado algunas, pero me gustaria mas instruccion.
Bendiciones!
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